Cuando Dios creó el mundo, yo era su consultor creativo, solo tienen que asomarse por la ventana para observar algunas de mis ideas, las flores y las mariposas, los atardeceres y las lunas llenas, las nubes de formas diversas y el canto de las ranas… bueno, tengo que admitir que todo eso es minúsculo comparado con el complejo aparato computacional que Dios manejaba, calculando trayectorias de planetas y cometas para que su creación no anduviera en contravía y que su idea de la reproducción sexual fue fantástica, sin embargo, renuncié cuando decidió crear al demonio, le dije que era una idea pésima, que no había necesidad de tener el bien y el mal, que el bien era tan bello y que el mal era tan feo, que su magnífica creación se arruinaría en unos pocos billones de años.
Sin embargo Dios, insistió en que él lo sabía todo y que mis opiniones eran absolutamente desechables.
Así fue que el tiempo pasó y pasó y miren el punto al que hemos llegado: La humanidad vive en guerra perpetua, el 1% se apoderó del 90% de las riquezas, los genocidios y las masacres son cosas de todos los días, los gobiernos populares son derrocados a la fuerza para que las fuerzan del mal sigan gobernando a su antojo, el país más poderoso de la tierra es a su vez el más perverso del planeta, los niños son bombardeados y sus cuerpos descuartizados escondidos al filo de la noche…
Entonces, la pregunta es, ¿quién tenía la pinche razón? ¿Dios o yo?
¡Claro esta que yo! ¿Quién tenía el poder? ¡Dios! ¿Pidió alguna vez excusas? ¡No! Porque todos los dioses tienen la razón, incluso cuando no la tienen, ¡es su gracia divina!
Sigo creyendo que crear el mal fue una mala idea, ya que los malvados se reprodujeron como hongos en la lluvia y colonizaron cada rincón del mundo con sus bancos, iglesias, ejércitos, prensas, políticos, déspotas, psicópatas, criminales y asesinos
Todo lo que nos queda es la esperanza: Cuando la razón llegue al poder, todos los dioses dejarán de existir y finalmente podremos vivir en paz, más allá del bien y el mal.